Instituto Nacional de las Mujeres

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Debate feminista / .- .- s.f..

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Resumen: Reflexiones acerca de la existencia de una cultura femenina, que ha permanecido en la sombra durante siglos. La autora se pregunta si las mujeres han producido una cultura propia, un saber específico reprimido o ahogado que al emerger aportaría una corrección sustancial y no simplemente un "plus" de cultura como hasta ahora. Se parte de la afirmación, aceptada en el presente, de la relatividad de la cultura y del conocimiento, pero se cuestiona en qué sentido la cultura es masculina y cuál es el objetivo del feminismo: si consolidar un espacio de autonomía de lo femenino, para seguir siendo diferente, o si aceptarse como complementario. Se define a las mujerees como minoría, que tiene conciencia de su diversidad, y que puede optar por cerrarse, o bien por cuestionar la pretendida universalidad de los derechos, en lugar de sólo pretender el acceso a ellos, como algunas minorías. Propone analizarlos, encontrar qué instrumentos del conocimiento y de las relaciones humanas existen detrás de ellos, elaborados como han sido por un sólo sexo, que ha quitado la palabra a las demás. La autora reivindica esta posición, fundamentándola. Se pregunta cuál sería la cultura femenina, crecida en la sombra, si son precisamente las mujeres, las principales trasmisoras de la cultura "masculina", se cuestiona la idea de la razón como privilegio masculino y de lo esotérico como femenino. Pone el ejemplo de las brujas, que adquirieron mucha visibilidad en el siglo XVI y principios del XVII, y que constituyeron una sociedad femenina entregada a las llamas, pero se pregunta cuál era esta cultura, que no se deja ver en el pensamiento del inquisidor, sino se descubre en prácticas ligadas a la fecundidad de la tierra y a la medicina, que no son conocimientos específicamente femeninos. También se cuestiona la idea de las emociones como específicamente femeninas, más bien se analiza como una creación social. Después explora en el terreno del conocimiento del cuerpo, en las vivencias cotidianas, en los conocimientos sobre cocina, química y física, como cultura femenina y concluye que la experiencia de las mujeres, al hacerse total, se hará cultura, en el sentido pleno del término.