Resumen: |
Para describir la historia de la ficción doméstica la autora aduce a varias cuestiones al mismo tiempo: primero que la sexualidad es un conglomercado cultural y como tal tiene una historia; segunda que las representaciones escritas del yo permitieron al individuo moderno convertirse en una realidad económica y psicológica; tercera que el individuo moderno fue primero y sobre todo una mujer. La autora hace una relectura de periodos de la literatura femenina de escritoras poco valoradas y conocidas por el mundo académico, esto da una nueva dimensión a textos que han sido menospreciados por los canones historiográficos oficiales. Hablar de género no se reduce estudiar el libro escrito por una mujer, sino además conocer la interpretación e inscripción cultural, la práctica social y política; es darle importancia en el discurso sociocultural pero además tener el instrumento crítico de análisis. Ella convierte el slogan político de lo privado es público, en un presupuesto epistemológico y punto de partida en el análisis. Por lo tanto demuestra que el contexto en el que se desarrolla una novela debe tomar en cuenta la historia de la sexualidad la gestación de una nueva tipología de mujer producto de la cultura burguesa en formación. La autora demuestra que es necesario analizar lo que llama la dimensión histórica del deseo es estudiar el papel que las mujeres han representado como elementos activos de su tiempo. Para ello se remite a novelas, manuales de conducta, textos filosóficos, de política económica y programas curiculares para mujeres; es entender el género a partir de lo escrito y conocer la otra forma de saber político. |