Resumen: |
Se comenta la tendencia por parte de las agencias de publicidad que muestran a algunas modelos con una delgadez extrema, apariencia acentuada en los noventa, con actitudes depresivas, de enajenación y con un asepcto a veces enfermizo. Esa estética ha sido atacada como una incitación a la anorexia, como una elegancia de heirómano, o como un eufemismo pasivo. La autora pretende ofrecer una lectura más compleja de estos anuncios publicitarios. Considera que los cuerpos flacos y retraídos y sus actitudes melancólicas representan no sólo el vacio sino más bien una negación a sentirse plenos, realizados y satisfechos. Considera que esa imagen de hambre o insatisfacción denota una intensidad de emoción y experiencia; y que la negación de satisfacción y la insistencia en permanecer en un estado de necesidad y carencia implican un acto rebelde y antisocial |